Ir al contenido principal

Entradas

 QUIÉN SE LE SUBIÓ AL AUTO   -Hasta la costanera, por favor -¿Vas a pasear o a trabajar?- me preguntó el taxista. -Quiere hablar- le dije. Entendí que se trataba de un taxista hablador, de esos que quieren saber quién se le subió al auto. El hombre me miró por el retrovisor. -A trabajar El hombre soltó una risita.. -Tengo que contar cuentos en un Festival solidario- le dije –Somos varios artistas, yo voy con cuentos. La entrada es un alimento no perecedero para comedores y merenderos. El taxista volvió a mirarme por el espejo, callado, y movió apenas la cabeza. Yo estaba preocupado porque los taxis cobran cada vez más caro, y no sabía si me alcanzaba para el taxi. Seguí:  -Yo trabajo de contar cuentos, y le enseño a la gente a contar y a escribir historias. -Sos un maestro, digamos Iba a decir que no era para tanto, pero de repente me sentí rico y abundante. -Sí, soy un maestro El hombre movió la cabeza, como un pequeño sí. -Qué lindo Cruzábamos un bulevar cuando quise aclarar que no e
Entradas recientes
CUENTOS EN EL BUENOS AIRES PLAYA 🚌 🎙️El 2024 empezó con cuentos y kilómetros. Me recuerda a un tema de Drexler (un exquisito cancionista uruguayo que vive en España y gira por el mundo) que dice:   "Con el entusiasmo infantil   que dura hasta hoy   una canción    me trajo hasta aquí". 📚🌎 Los cuentos me llevan y me traen, como si el cuentero fuese un ave migratoria que viaja a los lugares en los que florecen orejas y nacen las primaveras de los presupuestos. Hay quienes creen que una cosa va de la mano de la otra.  🏖️ 🚲 Hablo de viajes y cuentos porque en febrero estuve viviendo en Buenos Aires, en la casa de una gran cuentera (ya les contaré sobre eso), y conté cuentos en varios lugares. Por ejemplo, en el Programa Buenos Aires Playa, del Ministerio de Educación. En ese lugar, todas las tardes se contaban cuentos en un escenario con sonido y tribunas para las familias. El Programa tiene sus años y es una iniciativa pública, gratuita para quienes se acerquen al espacio.
 FRENAR EL CUENTO Y ENCENDER LOS PÁJAROS Ayer conté cuentos en el patio de una biblioteca de General Deheza. Llevé una propuesta para adultos que se llama “Cuenteros y enamorados”. La gente prestaba mucha atención, pero en un momento- en medio del tercer cuento - varias caras, sonrientes, miraron al cielo. Hubo un pequeño murmullo, como si algo pasara detrás de mí. Fueron segundos. Luego todo siguió como venía. Después de la función me enteré: una bandada de tordos, numerosa y en coreografía milimétrica, había surcado el cielo a mis espaldas. El primer cuento que conté esa tarde tenía pájaros. Uno solo, que en el cuento me elegía a mí- entre todos los niños del mundo- y se posaba en mi hombro. Pero los pájaros de verdad, los del mundo de carne y hueso, los del patio de esa biblioteca, eligen el cielo y los ojos de la gente, y vuelan más alto que mis cuentos. Me gustó que pasara eso. Porque uno puede preocuparse por los problemas de moda: la narración oral debe competir con la velocidad
HUMBERTO MONGE, A SU SERVICIO   Antes de empezar la función de cuentos fui mesa por mesa a saludar al público. En el patio- que haría de escenario esa tarde, en Etruria- estaban los viejos y las trabajadoras de la Residencia de Ancianos, claro, pero también sus familiares, porque era una tarde especial. En cada mesa pregunté si alguien sabía una historia, algo para contarme. Así apareció un gran contador de chistes y poemas -Humberto Monge, 86 años, a su servicio - me dijo. Me contó, como disculpándose, un chiste "picante". Nos reímos con los muchachos de la mesa. Pedí otro. -No, no. Después. No me acuerdo - me contestó, ya con un aire cerrado, como pispiando si yo, que ahora era el público de sus narraciones, estaba a la altura. No sirvió insistir. Fui a otras mesas, hablé con gente, probé el micrófono, pero sabía que Don Monge estaba a mi servicio, y que tenía más chistes y poemas. Incluso me lo confirmó la directora de la Residencia.   Me acordé de una recopi
  POR QUÉ NO MATASTE AL PÁJARO   -¡Por qué no mataste al pájaro! – gritó el niño de nueve años, desde la mitad del salón. Fue hace unos meses. Conté cuentos en la escuela primaria de un pueblo cordobés. En la función para niños de seis a nueve años, yo estaba narrando un fragmento de una película, pero la narré en primera persona. Entonces contaba la historia de la vez que yo era pequeño y un pajarito, en una plaza llena de gente, me eligió a mí y se posó sobre mi hombro y   se puso a cantar. Yo, para que no se fuera, ni respiraba. Le hice creer que era un árbol. Ahí estuvo un rato el cantor. Y mi corazón como un galope colorado. Hasta que se fue. Volando y cantando. Y ahí corrí como la luz hasta la casa a contarle a mi mamá,   y le conté todo atolondrado el maravilloso suceso, y mi mamá hizo un silencio y me dijo: -Ay, nene, ¿para eso me molestás? Pensé que me ibas a decir algo importante - Y siguió haciendo lo que estaba haciendo. Mientras narraba esa historia, entonces, un n
                                              TAXI A LAS ESTRELLAS                                               O contar cuentos en escuelas 🚕🚦Cuando el taxi paró frente a la escuela secundaria, el taxista se agarró la cabeza con las manos -Me olvidé de prender la ticketera- me dijo. -¿Pero cuánto calcula que será? Me dijo un precio (me dijo dos, y tuve que elegir entre el más bajo y el más alto). Le pagué y, mientras entraba para contar cuentos, pensé en el olvido, en el valor de las cosas que hacemos, en agarrarnos la cabeza cuando olvidamos algo- como si la cabeza se estuviera por caer, como si el cuello se pudiera olvidar de sostenerla ahí arriba. El olvido del taxista hizo más divertido el pago, y nos puso ante la situación de confiar en el otro, en lo que el otro dice que vale lo que hace.  ⛽🎙️Cuando terminó la función me pidieron un CBU para el pago, en cuestión de instantes la plata estaba en mi cuenta ¿Qué relación hay entre el dinero y los cuentos contados? ¿Un cuentero e
 TE GUSTA QUE TE APLAUDAN Origen y usos del aplauso 👏¿Te gusta que te aplaudan?  📖 Explica Daniel Calmels en "El cuerpo cuenta" (@homosapiensediciones ), que los niños pequeños, al ver acercarse a un adulto que los cuida, suelen extender los brazos como para abrazarlo, pero como el adulto aún no está tan cerca, las manos se encuentran con el aire en lugar del cuerpo del adulto, y siguen hasta chocar una palma con la otra. El aplauso, entonces, nace del abrazo que se quiso dar a alguien que nos cuida, que nos alegra ver.  🤗 "Es por esto - explica Calmels - que algunos investigadores le otorgan al aplauso el valor simbólico de un abrazo, de esta manera cuando aplaudimos como forma de reconocimiento a una persona, simbólicamente la estamos abrazando". Luego, los padres suelen incorporar ese aplauso (casi abrazo) a los juegos corporales versificados, como "Linda manito" y "Tortita de manteca".  🤪 ¿Te gusta que te aplaudan? Quizá estás cuidando al